Con estas simplezas, lo que se pretende es justificar la ignorancia y realzar una supuesta humildad, pero sobre todo, es una falta de respeto a la audiencia a la que implícitamente se tilda de ignorante. También surge la duda sobre la verosimilitud de muchas anécdotas, bien porque son extremadamente rebuscadas o porque con toda franqueza resultan maliciosamente alienantes. Hace falta más fe para creer ciertas cosas llamadas anécdotas, que para creer el texto que se intenta ilustrar. Alguien ha dicho
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